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Pero los fríos datos no reflejan para nada el exitazo del evento y lo bien que lo pasamos: para eso están las imágenes. Sobre estas líneas tenéis el momento regalos, donde podéis verme celebrar alborozado —vale, todo lo alborozado que suelo mostrarme yo— vuestro acierto pleno con el principal obsequio: una tablet con las características técnicas de la que pensaba comprarme yo este verano. ¡Mil gracias a todos! Por supuesto, Emma también recibió regalos de sus alumnos, por desgracia no tengo fotos de ello. De hecho, enseguida notaréis que la pobre apenas sale en el reportaje y a punto estuvo de no poder asistir siquiera a la cena a causa de una inoportuna operación a la que tuvo que someterse unos días antes. A pesar de estar convaleciente, hizo acto de presencia en un alarde de profesionalidad y me ayudó a cobrar y hacer frente a la multitud de tareas que afrontamos en cada evento, aunque no pudo bailar ni una sola pieza... razón por la cual abrí el baile con Aly y no con ella, como es tradicional. Las primeras imágenes bajo este párrafo muestran el instante: el único en que estuvo despejada la pista , porque antes de acabar la canción todo el mundo se lanzó a bailar y la animación se adueñó de la velada. ¡Como siempre!
A partir de ahí —dado que en esta ocasión la cena fue realmente rápida y ya estaba liquidada a las 11 y media— pudimos disfrutar de casi media hora más de baile de lo habitual. ¡Nadie protestó por ello! Como demuestran las fotos, la pista estuvo en llamas de principio a fín. Por la razón que fuera, la peña tenía más ganas de bailar de lo normal. Y si en un evento donde se pincha buena música de baile los asistentes le ponen entusiasmo al tema... el resultado solo puede ser uno: un ambiente extraordinario a lo largo de toda la noche.
Por la parte que me toca, yo también me lo pasé genial. Lógicamente, este tipo de fiestas no son iguales para mí que para el resto de presentes, ya que —además de bailar— tengo que ocuparme de otras diversas cuestiones: pinchar la música, grabar algunos de los vídeos que luego sirven para hacer el reportaje, controlar que la ventilación de la sala, las luces y otros detalles sean correctos, etc. Nada que requiera mucho esfuerzo o dedicación, pero que hay que hacer... y no puedo descuidar para atender los requerimientos personales de nadie. ¿Que a qué me refiero? Pues a lo de siempre, amigos: a pesar de que es vox populi que en ambientes ruidosos no puedo hablar por mis problemas de garganta, en ningún evento faltan varias personas que se empeñan en darme palique a la sombra de los bafles. No quiero ponerme borde con el tema (ya corto de bastante mala manera a los que lo hacen) pero, en serio, es muy sencillo: bailar sí, hablar no, ¿vale?
Dejando aparte mis limitaciones para la charla social a gritos, es evidente que a lo otro sí que le puse ganas: aparezco en el 80% de las imágenes, que es más o menos el porcentaje de piezas que bailé. Y aún habrían sido más si no fuera por las que perdí para grabar algunos vídeos y ocuparme de la música a ratos. Por cierto, esta vez sonaron 67 canciones... y ni una sola mala, aunque esté feo que lo diga yo.
En la última media hora aproveché para hacer un pequeño experimento con las luces que dio lugar a las espectaculares imágenes discotequeras que veis arriba. En general preferimos que haya buena iluminación en los eventos porque así salen mejor los vídeos, pero podría ser divertido bajar la luz y jugar con los focos del equipo de sonido, al menos en la parte final de la noche. Seguiré estudiando el tema. La fiesta concluyó a las 3 de la madrugada, como siempre. Y como siempre también, despido el reportaje agradeciéndoos a todos vuestra contribución al éxito del evento... y del propio curso BAILAFACIL 2024/2025. ¡Sois los mejores! Nos vemos después del verano, un abrazo.
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