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La primera fiesta del año
fue todo un éxito: un número de asistentes adecuado
entre 80 y 100, ¡tampoco caben muchos más en la pista
del Otto si queremos bailar a gusto!, buena música y magnífico
ambiente, como siempre.
Las fotos que muestran
UN DEDO al pasarles el puntero por encima pueden ampliarse.
Haz CLIC sobre ellas y se abrirán en una nueva ventana.

Al principio la pista estuvo un tanto
huérfana de valientes que se animaran a romper el hielo,
algo por otra parte habitual... ¡para eso está el jefe!
hala, majo, empieza tú, pero enseguida hubo
bofetadas por un buen sitio donde demostrar que recibir clases de baile
sirve para algo. Obviemos decir para qué, por si hay niños
leyendo.

La gran novedad de la noche fue la
súbita irrupción de una voz fantasmal que resonó
de pronto por toda la discoteca, para susto de los presentes,
proclamando el sorprendente mensaje: "¡Ahora vamos
a hacer una rueda cubana!". Tras el pasmo inicial, todos se percataron
de que no era la voz de Diox, sino la mía, merced a la
magia tecnológica del micro inalámbrico,
y rápidamente nos organizamos (es un decir) para realizar
el divertido baile en grupo en que se cambia constantemente de pareja.
Por desgracia no hay fotos del momento-rueda... aunque quizá
sea mejor así: hay cosas que es mejor que permanezcan en el piadoso
limbo del olvido. Al final hicimos dos ruedas en vez de una. La
primera fue masiva y caótica; la segunda, pequeña... e
igualmente caótica. En resumen: ambas un p... desastre. ¡Pero
lo que nos reímos! Ahora en serie, como los asesinos,
digo en serio, un par de recomendaciones para los ruedófilos:
1ª. Si desde el otro extremo del
círculo no ves al que la dirige, o sea yo, que no soy
precisamente pequeñito, no es porque haya poca luz en
el Otto, sino porque sobra gente... ¡por ejemplo tú!
De verdad, es imposible hacer rueda en una discoteca con más
de 10 parejas.
2ª. La rueda no es el corro
de la patata. ¡Se supone que estamos organizados y vamos todos
a la vez! [O sea, y dicho en términos técnicos:
¡si no sabes el paso, no te metas, hoxtia!]

En fin, ruedas aparte, a continuación
la fiesta recobró su normal devenir sin nuevas catástrofes
conocidas, el baile generalizado volvió a tomar el protagonismo
en la pista, salvando las típicas y lamentables exhibiciones
de tango o jive a las que me "obliga" mi condición
de fantasma ver fotos que lo prueban debajo oficial
del grupo. Completamos el repertorio con las dos sevillanas de
cada noche, y a eso de las tres y pico de la madrugada cada mochuelo
se fue para su olivo... aunque malas lenguas afirman que algunos irreductibles
galos siguieron dando el espectáculo por diversos tugurios
del Fomento. Rumores sin confirmar, seguiremos informando.

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