¡New record! Tras varios años
de disparos al palo y fracasos en la tanda de penaltis, esta vez
logramos batir por fin nuestra propia plusmarca de asistencia a
la tradicional cena-baile fin de curso que organizamos cada año.
Por solo dos míseras personas, ¡pero la batimos, que es lo
que importa! Nada menos que 131 comensales se dieron cita el pasado
sábado 13 de junio de 2015 en el Hotel Villa de Gijón
para despedir el CURSO BAILAFACIL 2014/2015, superando por los pelos los
129 asistentes de la cena final de 2010. Y sí, ya sabemos que en
una cena-baile que organizamos el 17 de diciembre de 2005 hubo
137 comensales, nuestro récord absoluto. Pero ésa
no cuenta, porque no era una cena final y a principios de curso siempre
tenemos muchos más alumnos que cuando se acerca el verano.
¡Dejadnos disfrutar del nuevo récord, porras!
Las fotos que muestran
UN DEDO al pasarles el puntero por encima pueden ampliarse.
Haz CLIC sobre ellas y se abrirán en una nueva ventana.
Bueno, récords absolutos u obsoletos
aparte, la cena fue un exitazo apoteósico. Primero nos
metimos entre pecho y espalda las sabrosas viandas que tenéis
ahí arriba: embutidos variados la foto no cabía,
sorry, entremeses calientes, bombón de merluza en
salsa de... champiñones no de almejas, error
mío: metí la almeja con los menús que me
mandó el hotel, carne asada con su guarnición y
tarta de la casa acompañada de helado. Todo delicioso,
abundante y bien servido. Nos pusimos moraos, ¡como
siempre! Después del ágape, siguió lo habitual:
café, chupito, recaudación ejecutiva, Emma recibiendo
obsequios como si fuera Navidad... Para mí que se los
compra ella misma y hace como que se los dan sus alumnos. ¡No
pueden ser tan generosos! Ya, vale. La envidia habla por
mi boca, lo reconozco.
Justo sobre estas líneas tenéis
dos imágenes curiosas. ¿No decís siempre
que nuestras cenas de baile son como bodas? ¡Pues ahí
tenéis a Emma en la foto del medio repartiendo 'recuerdos' con
bolsita al brazo como una novia! Solo eran unos mini bomboncitos,
un detallín de nada para endulzar el pago de la dolorosa,
cuyo monto total podéis ver en la siguiente fotografía
donde me froto las manos al estilo Tío Gilito,
un momento antes de contarlo... y dárselo al restaurante.
¿Que si mola tener todo ese pastón en las manos?
Hombre, ¡mola más si es tuyo!
En fin, a continuación arrancó
la parte del evento que más nos interesa a todos, o sea:
el bailoteo, asunto sobre el que cada vez me resulta más
difícil contar algo novedoso, ¡a pesar de lo rollista
que soy! Ahí van un puñado de copia y pega de otras
cincuenta mil cenas anteriores: nos lo pasamos genial,
la pista estuvo abarrotada toda la noche, el ambiente fue extraordinario,
la animación y el buen rollo presidieron la velada, todo el
mundo disfrutó a lo grande, la música sonó
de fábula... ¿Se me olvida algo? ¡Ah, sí!
La lista de bailes para que quede claro que nosotros
sí pinchamos de todo que sonaron a lo largo de la noche:
bachata, merengue, cumbia, vals, rock & roll, bolero, pasodoble,
salsa, chachachá, rumba, blues, tango, fox, sevillanas... Huy,
no: sevillanas no. Pensaba poner una, pero al final no llegué
a pincharla.
Por lo demás, el momento cumbre
de la noche fue la divertida coreografía de grupo
que estrenamos sobre el bombazo electro latino Pégate más
de Dylan & Lenny a eso de la una y pico de la madrugada: una creación
de Emma y mía con unos pasos sencillitos pero resultones, y que
salió fabulosamente bien, con la práctica totalidad
de los presentes en la fiesta bailando al unísono, como
podéis ver en las fotos. ¡Momentazo!
Y tras el más-más-dame-más
de Dylan & Lenny seguimos... ¡dando más, por
supuesto! Todavía quedaba noche por delante, y bien que la aprovechamos
para seguir bailando como descosidos hasta las 3 de la madrugada,
hora acordada con el hotel para cerrar el chiringuito y que nos
gusta respetar, básicamente porque los pobres encargados de recoger
también tienen derecho a descansar y, si es por ganas,
¡cualquiera sabe a qué hora terminaríamos! Cuando
corté la música aún permanecían en el Villa
de Gijón casi 100 comensales y un buen número de
ellos decidieron seguir la juerga por su cuenta en una discoteca
del centro: con eso está todo dicho. ¡No hay quién
los eche para casa!
Y que quede claro que ese último
comentario no era una queja, amigos. ¡Al contrario! Nadie
más encantado que nosotros de que nuestros alumnos participen
con el máximo entusiasmo en todo lo que organizamos, ya sean
cenas, fiestas o cursillos de baile. De hecho, este ha sido uno de
los mejores años de nuestra larga trayectoria, por lo que
quiero aprovechar para daros a todos las más efusivas gracias,
en nombre mío y de Emma. ¡Sois los mejores!
Y para acabar este rollo macabeo, aquí
os dejo un pequeño vídeo-resumen de la cena.
¡Feliz verano!