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Durante los años que estuve recibiendo clases de baile me habían propuesto varias veces darlas. Siempre me negué, porque no me parecía ético hacerlo al mismo tiempo que las recibía, y mucho menos formando parte de un grupo de baile con sede en una academia, pero en octubre de 1994 Rafa y yo estábamos en el paro y ya no éramos alumnos de nadie, así que nos pareció lógico plantearnos ganar algún dinero con nuestra afición hasta que surgiese algo en nuestras respectivas profesiones.

¡Dicho y hecho! Teníamos los conocimientos necesarios, música de sobra y experiencia en dar clases —yo había trabajado unos cuantos veranos en una academia de idiomas y Rafa también había hecho de profesor—, por lo que nos asociamos bajo el nombre 'BAILAFACIL' y nos pusimos a buscar lo único que nos faltaba: un sitio donde impartir las clases.

Nuestra primera idea fue buscar un bar o pub musical, ya que así mataríamos dos pájaros de un tiro: tendríamos dónde dar clase y un sitio para hacer las fiestas de baile. Parecía una idea genial, pero no resultó fácil ponerla en marcha. De hecho, aunque he dado clases en bastantes bares y discotecas, la cosa nunca funcionó durante demasiado tiempo. También probamos suerte en los gimnasios y ahí sí nos fue mejor, al menos los primeros años. En noviembre de 1994, Rafa y yo ya estábamos dando cursillos en cinco sitios diferentes y nos habíamos convertido en profesionales. Después de 4 años en los que el baile me había costado mucho tiempo y dinero, no dejó de ser una agradable novedad que por fin me reportara algún beneficio... pero he de admitir que disfrutaba mucho más cuando me lo tomaba como un simple pasatiempo. ¡La responsabilidad siempre intenta colocarse delante de la diversión en la foto, amigos! Con todo, no puedo quejarme. Ganar pasta, aunque sea poca, haciendo algo que te gusta de veras, es un privilegio.

Naturalmente, no por dar clases decaigo en mi empeño de encontrar un sitio estable donde bailar habitualmente. ¡Todo lo contrario! Por aquel entonces las fiestas (que sigo organizando por mi cuenta en el Rocamar) se nutrían sobre todo de mis ex-compañeros de la academia pero pronto empiezan a acudir también mis propios alumnos.
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ALGUNOS DE LOS PRIMITIVOS DISEÑOS 'BAILAFACIL'
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Arriba, el primer logo de BAILAFACIL y carteles de nuestras clases en distintos bares musicales.
Sí, ¡en aquella época los hacía a mano!
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Por otra parte, el JIVE nos permitía bailar utilizando la música disco, así que Rafa y yo montábamos el número en todas partes. En aquellos días solíamos quedar con algunas chicas de la academia y con Chusa, la hermana de Rafa, que era a la que mejor se le daba al no tener 'vicios' técnicos del baile de salón, y recorríamos la noche buscando cualquier pub donde pudiéramos practicar. Así aprendimos a bailar JIVE: con un par de vídeos que nos dio Jose y bailando por los bares. Jamás recibimos clases, salvo aquella primera.

Precisamente bailando en el pub 'El Punto', el dueño nos propuso dar clases allí mismo y por primera vez intentamos enseñar JIVE de una forma organizada. De todos modos, las clases no prosperaron demasiado, a pesar de que las cobrábamos al ridículo precio de ¡200 pesetas! y pronto abandonamos la idea. El problema del JIVE es que es muy difícil y la gente se desanima enseguida cuando no logra resultados inmediatos.

Me extenderé unas líneas sobre nuestra corta relación con el mandamás del 'Punto', ya que puede servir de ejemplo de otras posteriores. Como dije más arriba, la idea de dar clases en un bar o discoteca puede parecer genial a primera vista, pero tiene un pequeño inconveniente: nuestro negocio y el del bar no están relacionados ni vagamente. Nosotros queremos que haya muchos alumnos que paguen las clases y el dueño del negocio lo que quiere es que la gente se tome cuantas más copas mejor. Yo controlo fácilmente que la gente me pague las clases mediante una lista pero, ¿cómo se fiscaliza el gasto en copas? Hay que tener en cuenta que existen consumiciones de todos los precios, y que no es cosa de ir apuntando lo que chuma cada uno...
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ARQUEOLOGIA NOCTURNO-MARCHOSA EN GIJON: EL PUNTO
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Arqueología nocturno-marchosa en Gijón: El Punto. Haz clic para ampliar. Copyright © www.bailafacil.es.
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Emilio Tuya 49

EL PUNTO > EXCALIBUR

COMENTARIO: Bareto musical de tres al cuarto que se cruzó en nuestro camino cuando estábamos intentando poner en marcha el JIVE en Gijón. Ofrecimos unas clases allí que no prosperaron. Era muy pequeño y estaba lleno de columnas. Según entrabas, unas escaleras retorcidas te llevaban a cualquiera de sus dos pisos, cada uno con su propia barra. Malísimo para bailar. Ignoro qué otros nombres tuvo antes de llamarse 'El Punto'.

 


Para solucionar el problema he propuesto a los encargados de los baretos donde he trabajado todo tipo de alternativas, desde darles un porcentaje de lo que cobro a los alumnos y olvidarnos de las copas, hasta la opción que yo considero mejor: cambiar las clases por fiestas o una sesión de bailes de salón (y olvidarnos igualmente de las copas durante las clases). Como podéis ver, es difícil llegar a un acuerdo. Yo soy el primero que se apunta a tomarse unos cuantos cubatas de juerga por la noche, pero en clase prefiero no tener que explicar los pasos a alumnos con los ojos en blanco. En fin, entre esto y el escaso éxito de las clases, no duramos mucho en 'El Punto', que poco después cambió de nombre y de 'dueños' y finalmente acabó por cerrar. Otro cadáver a las estadísticas.

En 1995 Rafa se marchó al Ferrol a cumplir con el servicio militar y me quedé solo al frente de BAILAFACIL. En ese momento, de forma provisional pero finalmente definitiva, ya que al volver de la mili enseguida encontró trabajo en su profesión y dejó de dar clases. La estancia de Rafa en tierras gallegas también tuvo sus consecuencias en nuestra formación como bailarines. Allí hacía furor un baile nuevo que arrasaba en todo el mundo: la RUEDA CUBANA o RUEDA DE CASINO, una novedosa forma de bailar la salsa que habían inventado los jóvenes cubanos en la que se cambiaba constantemente de pareja. Rafa la aprendió con un bailarín alucinante llamado Javi que conoció en La Coruña y cuando volvió a Gijón me enseñó a mí.

Por cierto que Rafa también conoció en El Ferrol a otros profesores de baile llamados Chiqui y Javi, y eso nos dio la oportunidad de quitarnos el gusanillo de las actuaciones porque aquella gente organizó un Festival de Bailes de Salón en junio de 1995 con la participación de diversos bailarines y profesores gallegos y Rafa consiguió 'engañarme' para que fuéramos a mantener alto el pabellón de Gijón.

Con muy pocos ensayos, ya que Rafa estaba en El Ferrol y nosotros aquí, preparamos un espectáculo bastante digno. Y con algunos ex-compañeros de la academia y un par de mis mejores alumnos nos fuimos un fin de semana a Galicia a hacer turismo... digo, ¡a representar a nuestra ciudad como unos campeones! Formaron parte de aquella osada expedición Julio, Geli, Yolanda, Toño, Luis, Mariche, Lía, Anina y alguna persona más que ahora no recuerdo. Un saludo para todos aquellos valientes y un recuerdo muy especial para Lía, que falleció recientemente en un desgraciado accidente de moto.
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JUNIO DE 1995: FESTIVAL DE BAILE EN EL FERROL Y PRIMERA FIESTA CON MIS ALUMNOS
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El famoso 'wrapper de rodillas', uno de los pasos de jive favoritos tanto de Rafa como mío. Haz clic para ampliar. BAILAFACIL: lo mejor para bailar en Gijón. Bailando un pasodoble con Lía después de nuestra actuación en El Ferrol. Haz clic para ampliar. Copyright © www.bailafacil.es.
El fin de semana en El Ferrol fue de lo más completo. Además de bailar el viernes y el sábado, asistimos a una clase conjunta con los otros profesores y todavía fuimos a la playa. ¡Hacía un frío de la hoxtia pero eso no nos desanimó! ¿Para qué habíamos llevado los bañadores si no?

Organicé docenas de fiestas en el Rocamar. Curiosamente, esta es la única imagen que tengo de todas ellas, tomada durante la primera fiesta de baile que hice con mis alumnos allí en 1995. Haz clic para ampliar. Copyright © www.bailafacil.es.
Poco antes, celebré la primera fiesta para mis alumnos, inaugurando la tradición que mantengo hasta hoy de organizar cenas fin de curso.
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La experiencia de El Ferrol y el hecho de seguir organizando fiestas de baile de forma regular, me demostró que había vida más allá de la academia. Es duro volver a empezar de cero, pero cuando tienes las ideas claras todo es más fácil y yo, en el baile, siempre lo he tenido todo muy claro: para mí el baile es una diversión, y lo realmente divertido es bailar en un sitio público, con cuanta más gente mejor.

Así que mi forma de organizar las clases es muy sencilla: el objetivo número uno es que mis alumnos aprendan a bailar, o sea, a moverse con la música en una pista de baile. Esto puede parecer una obviedad y el objetivo de todo profesor, pero no nos engañemos, amigos: no lo es en absoluto. Para muchos profesores y escuelas de baile es mucho más importante que sus alumnos adquieran una cierta técnica, que bailen de determinada manera o, por qué no decirlo claramente, que estén mucho tiempo recibiendo clases, aunque nunca bailen fuera de ellas. Allá cada cual con sus ideas, pero yo nunca he visto el baile como una actividad o un ejercicio. Para mí es una forma de divertirse. Y lo importante no es aprender en sí, sino poner en práctica lo aprendido en la pista, disfrutar con la música y compartirlo con otras personas.

Es por eso que en realidad yo organizo las fiestas básicamente para mí mismo, para tener la oportunidad de bailar con música lo suficientemente variada, lo cual no es muy probable —por no decir que es totalmente imposible— en ningún local público de esta ciudad. Aquí impera la ley del tono medio o como la llamo yo del-más-mediocre, o sea: "pincho lo mismo que el de al lado, por si puedo robarle un par de clientes". La variedad musical en los bares de Gijón es lamentable: hay un pub especializado en salsa, otro en merengue y uno o dos en rock'n'roll. Los demás pinchan todos lo mismo: radio-fórmula y música disco. No está mal... teniendo en cuenta que debe haber unos cuatrocientos mil. ¿Nunca has tenido la sensación cuando sales de noche de que, aunque cambies de bar, estás siempre en el mismo? Un ejemplo: el verano pasado estuve tres horas de marcha en la zona del Fomento, entrando o pasando delante de unos 10 o 12 bares musicales y llegué a escuchar ¡7 veces! el maldito 'Aserejé', incluidas dos en el mismo sitio tras permanecer en él poco más de una hora. ¡Lo más gracioso de todo es que la mayor parte de los 'dueños' y disc-jockeys de esos pubs están convencidos de que sus tugurios tienen una personalidad musical que te rilas, y cuando vas a ofrecerles pinchar algo diferente (como bailes de salón) se espantan!

En todo caso, con perseverancia digna de mejor causa, al comenzar el siguiente curso me dispuse a buscar un nuevo local donde organizar una sesión de bailes de salón. El Rocamar daba signos de agotamiento. Muchos de mis ex-compañeros de la academia no querían ir a bailar allí porque no les gustaba y, por otra parte, la amenaza de cierre pendía como una espada de Damocles sobre una discoteca que siempre estaba vacía.

A principios de 1996, la amenaza se hizo real y el Rocamar cerró provisionalmente sus puertas. Poco después volvió a abrir, pero Ismael ya no era el encargado y de cualquier manera yo ya estaba buscando otras posibilidades. En febrero del 96, uno de los relaciones con los que había trabajado en 'La Real' contactó conmigo: ahora trabajaba en otra discoteca y el dueño quería probar lo de los bailes de salón. Se trataba del Barocco, una discoteca de tamaño medio que hoy ya no existe, y que de esta manera iba a entrar en la historia del baile en Gijón.

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