La III Espicha BAILAFACIL, celebrada
en el Llagar Bernueces el sábado 21 de febrero de 2015,
fue un enorme exitazo, como las dos anteriores, aunque no logramos
superar el récord de comensales del año pasado por
un pelín. En esta ocasión fuimos ciento veintidós,
solo dos menos que en la espicha baile de 2014 en El Fugitivo. Sí,
nos encanta cambiar de escenario... ¿Cómo lo habéis
adivinado?
Las fotos que muestran
UN DEDO al pasarles el puntero por encima pueden ampliarse.
Haz CLIC sobre ellas y se abrirán en una nueva ventana.
En fin, el caso es que, tras meternos
en el cuerpo humano un menú ligerito a base
de chorizos a la sidra, embutidos variados, gambas a la gabardina, croquetas,
empanadas de bonito, tortillas de patata, huevos cocidos, hojaldres
de chorizo, rabas de calamar, lacón cocido, pollo al ajillo y
tarta de queso todo sanísimo, al menos los huevos
cocidos, vaya, nos lanzamos como triglicéridos
a la pista, dispuestos a compensar el chute de colesterol como
fuera. ¡Y vaya que lo hicimos! Como de costumbre en todos nuestros
eventos, allí bailó hasta el apuntador, o sea yo.
Lógico, teniendo en cuenta que nosotros proveemos dos de los
elementos fundamentales para ello buena música,
variada y de calidad, y un espacio adecuado y la gente
ya pone por su cuenta la otra condición necesaria: ganas
de divertirse y pasárselo bien.
Por lo demás, nada importante
que añadir a los rollos habituales que os cuento después
de cada juerguilla que organizamos. La pista estuvo sumamente
animada toda la noche más en algunos bailes que en
otros, habida cuenta del gran número de alumnos de iniciación:
paciencia, chicos, no se hizo Roma en un día y hubo tiempo
para casi todo, como siempre: mucho bailoteo masivo a base de
ritmos que gustan a casi todos (merengue, cumbia, pasodoble,
vals, bolero, bachata), un poquito de esos otros que se le atraviesan
a más de uno (salsa, tango, chachachá), alguna coreografía
en grupo (ese Coyote...), un par de rueditas cubanas
tan desastrosas como divertidas...
Bueno, como las imágenes hablan
por sí solas, no os doy la brasa más. No es que
eso me haya detenido nunca, pero... este reportaje ya lleva mucho retraso.
Concluyo con el rollo de despedida habitual: la fiesta duró hasta
las tres de la mañana hora a la que nos echan de
todas partes, no a la que terminaríamos nosotros,
todo el mundo se lo pasó genial, el ambiente fue la rehoxtia
y bla-bla-bla. Hala, a rascarla, ¡digo!, hasta la próxima.
Ah, un último apunte: no hubo ningún accidente en la operación
regreso. Somos zampones y bailones, pero no borrachines.
Y para acabar, aquí tenéis
un pequeño vídeo-resumen de la espicha, donde podréis
apreciar con vuestros propios ojos que todo lo que he contado por
ahí arriba no eran más que milongas y en realidad
solo éramos cuatro gatos y nos aburrimos como ostras...