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Que hay muchas formas posibles de bailar
está claro, ya que los bailes nacen de forma espontánea
y sólo posteriormente son organizados y sistematizados por distintas
personas, ninguna de las cuales tiene autoridad 'oficial' para afirmar
que su criterio sea el único posible. Sin embargo, aunque
no exista una forma 'ideal' de bailar, conviene diferenciar entre dos
estilos básicos de objetivos casi diametrálmente opuestos:
social y 'escénico'.
Si bailamos para divertirnos, centrándonos en nuestra
pareja, ya sea en un lugar público o en casa, llamaríamos
a ese estilo 'social', aunque en realidad sea simplemente
'baile' porque esta actividad nació para eso, para conocer
gente y disfrutar de la música. Sería un baile
apto para la inmensa mayoría de personas, nada atlético,
suave, fluido, de pasos y movimientos 'cerrados' recogidos, hacia
la pareja, perfecto para desarrollar en espacios reducidos.
Los movimientos de estilo escénico, por el contrario,
estarían pensados para impresionar a un público o jurado
y precisarían de mucho espacio, caracterizándose por ser
bruscos, vigorosos, abiertos, veloces... Una forma de bailar recomendable
sólo para gente flexible, competitiva, ágil, coordinada
y en excelente forma física.
Lo que diferencia estas dos formas casi antagónicas de bailar
no es su dificultad: al ser 'acumulativas', ambas pueden ser
desde muy simples a extraordinariamente complejas. Lo
que las opone es su intención u objetivo. El baile
social es como un diálogo, cosa de dos; el resto
del mundo queda aparte, lo que cuenta es la comunicación entre
la pareja. El de estilo escénico, en cambio, se parece más
a un discurso o arenga donde lo importante es mantener la
atención del público... si es preciso a costa de la
garganta del orador.

En consecuencia, los movimientos de
uno y otro estilo 'casan' mal. No es que no puedan mezclarse o combinarse:
a menudo se hace, tanto en un sentido como otro... pero en general mezclan
mal. El estilo social luce poco en el escenario, ya que la
dificultad de sus pasos más brillantes apenas se aprecia desde
fuera. Los espectaculares y amplios gestos del baile de exhibición,
por su parte, se ven forzados y fuera de lugar en una
pista de baile... y como a todo el mundo le diera por hacerlos, las
discotecas tendrían que ser tan grandes como el Estadio Olímpico
de Pekín.
¿Cómo se sabe si un movimiento es de un tipo u otro?
Fácil: la inmensa mayoría de los pasos del baile
social son cerrados abrazados, para entendernos
y tiene que ser posible indicarlos; en cambio los movimientos
típicos del estilo escénico suelen ser abiertos
con ambos miembros de la pareja mirando al frente, a menudo
sin tocarse, se enfatizan con los brazos y han de ser memorizados
porque no pueden indicarse. Pasos típicos del baile
social son los desplazamientos por la pista, los giros en pareja, las
vueltas a la chica y los enlaces de brazos, entre otros muchos. Y movimientos
típicos del estilo escénico son los pasos abiertos
codo con codo, todo tipo de saltos, alzadas y caídas
de la chica, las figuras coreográficas, las extensiones laterales
de brazos y piernas, etc.
El principal problema del estilo de exhibición además
de resultar artificial y pretencioso fuera del escenario
es que sólo es apto para un pequeño espectro de población,
al menos si se quiere realizar mínimamente bien, sin riesgos
de lesión o ridículo. De ahí que yo
no vea demasiado lógico 'superponer' sin ton ni son muchos
de sus movimientos como las figuras coreográficas o los
pasos abiertos codo con codo a todo tipo de bailes y músicas,
en particular los caribeños, donde no 'pegan' ni
con cola, por mucho que se empeñen algunos.
Finalmente, me gustaría aclarar
que eso de dejar tirada a la pareja cada dos por tres en cualquier
baile para ponerse a hacer secuencias de pasos codo con codo, tan de
moda hoy día y presentado a menudo como una forma supuestamente
'nueva' o 'moderna' de bailar, en oposición con
la cutrez decrépita de hacerlo abrazado a la pareja... ni es
nueva ni tiene nada de revolucionario, más bien al revés.
Hace unos cuantos siglos, los primitivos bailes sociales danzas
cortesanas como el minué, el rigodón o la
gavota se bailaban en su mayor parte con el hombre y la
mujer cogidos de una mano en paralelo, o sea, codo con codo,
igual que ahora. De hecho, a principios del XIX bailar frente a la pareja,
como hacían los jóvenes en un nuevo y frenético
ritmo llamado vals, era algo absolutamente escandaloso.
¡Abrazarse y frotarse de semejante manera en público,
por diox! Qué vueltas da la vida, ¿eh? Ahora resulta que
lo moderno y 'original' es volver a bailar como hace trescientos
añitos... o como hacían Ginger Rogers y Fred Astaire,
otros 'pioneros', en los años 30.
Y aunque fueran movimientos realmente nuevos u
originales, ¿es ésa, per se, una razón
para aceptarlos? Porque, que yo sepa, 'nuevo' o 'moderno' no equivale
a 'mejor', 'necesario' o 'conveniente', ¿verdad?
Si algo se ha de imponer, da igual un paso de baile o un nuevo
modelo de coche, que sea por su valor objetivo, por favor, porque
mejore en algo lo anterior, no simplemente porque sea nuevo.
La idea de tener que estar cambiando las cosas o renovándolas
constantemente no tiene la más mínima lógica.
¿Qué va después de la maquinilla de afeitar de
cinco hojas? ¿La de seis? Hay cosas que, llegado determinado
punto, no dan más de sí, el baile en pareja es
una. No es que no se puedan hacer maquinillas de treinta hojas...
es que no vale la pena: sencillamente, no afeitan mejor.
NOTA: Este texto se refiere
sólo a la música popular y al baile en pareja. Lo que
afirma no es aplicable cualquier tipo de música o baile.

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