Nuestro último evento gastronómico-bailongo
(por este curso) tuvo lugar el pasado 17 de junio en el hotel Villa de
Gijón, donde ya hemos organizado varios más a lo largo de
los años, y supuso un nuevo éxito para BAILAFACIL,
como viene siendo costumbre, jeje. En esta oportunidad fuimos 137 comensales,
lejos del estratosférico récord del curso anterior... lo
que es preferible, la verdad, porque la cosa se nos estaba empezando
a escapar de las manos. Las cenas por encima de 150 invitados son complicadas
de llevar de la manera amable e informal (sin cobrar por anticipado,
entre otras cosas) que lo hacemos nosotros. Definitivamente, deberemos
replantearnos este tipo de eventos en el futuro.
Las fotos que muestran
UN DEDO al pasarles el puntero por encima pueden ampliarse.
Haz CLIC sobre ellas y se abrirán en una nueva ventana.
Pero de eso ya nos ocuparemos el próximo
curso. O el otro. Ahora toca contar lo ocurrido en la cena-despedida
del curso 2017 y, como ya transitamos por la autopista de Voy-Con-Retraso-Mucho-Retraso,
si no os importa, esta vez gastaré la bala de plata del
reportaje con poco texto antes de estrellarme de morros contra
el muro de Demasiado-Tarde-Ya-No-Interesa. Total, lo importante
son las fotos, no mis rollos, ¿no?
Bueno, pues a intentar
ser breve. La comida estuvo bien, ajustada a su precio, pero sin
alardes. Excelente la tarta, muy rica la crema de nécoras
(aunque algunos se quejaron de que no llegó caliente a
sus mesas), correcta la merluza y francamente mejorable el redondo de
ternera, demasiado seco, si bien lo compensaba bastante el delicioso
milhojas de patata y la salsa que lo acompañaban. Además,
ofrecieron repetir los dos platos principales a todo el que quiso,
así que nadie quedó con hambre. Espero.
En el lado negativo, he de señalar que pasamos mucho calor
tanto durante la cena como a la hora de bailar, a pesar de tener el
aire acondicionado al máximo toda la noche... según
ellos. Lo dejo ahí.
En fin, calores y otros bochornos
al margen, poco antes de las 12 de la noche empezó a sonar la
música y a partir de ahí, ya sabéis, ¡todos
a bailar! Las imágenes, como siempre, hablan por si solas: pista
abarrotada desde el minuto uno, mesas y sillas vacías, mucha
animación... La parte principal de nuestros eventos, el
bailoteo, nunca falla, jeje. Sonaron merengues, valses,
cumbias, boleros, chachachás, rocks,
salsas, pasodobles, bachatas, tangos...
y unas cuantas kizombas, que es el último baile que hemos
incorporado a nuestros cursillos.
Como de costumbre, también tuvimos
tiempo de hacer un par de divertidas ruedas cubanas, algo menos
numerosas que otras veces puesto que este año sólo había
un grupo de salsa. ¡A ver si el próximo curso se
anima más gente a apuntarse! Sería una pena dejar de ofrecer
clases de salsa y rueda por falta de demanda. Por lo demás, poco
que añadir: el baile duró hasta las 3 y escasos minutos
(somos respetuosos con el horario previamente pactado, lo siento), aprovechados
hasta el último segundo por los más de 80 asistentes
que todavía quedaban a esas horas.
Y bueno, con esto y las pocas clases
que quedan de junio, damos por finalizado otro curso BAILAFACIL repleto
de ritmo, diversión y muchos pasos nuevos.
Como siempre, mil gracias a todos por seguir confiando en nosotros,
participar con entusiasmo en las cenas, espichas y fiestas de baile
que organizamos y, por supuesto, asistir a nuestros cursillos
mes tras mes. En octubre volveremos a la carga. ¡Feliz
verano!
PD: Con este breve resumen videográfico
de la velada echamos el cierre definitivo al reportaje. Nos vemos
en octubre.