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EL ARTE DE SABER ESPERAR

Dejarse dirigir no es tan complicado como hacer las indicaciones, pero también tiene sus dificultades. Si dirigir es una actitud mental, dejarse dirigir es ante todo una actitud física, que consiste basicamente en mantener una disposición corporal que facilite una respuesta 'automática' a las indicaciones del chico. Puesto que éstas llegarán a través de su mano derecha, la colocación de la espalda y brazo izquierdo de la chica serán decisivos para lograrlo. El resto es una mera cuestión de paciencia, de esperar a que lleguen —o no— las indicaciones. A menudo, las chicas con facilidad para el baile que sus parejas se exasperan cuando el chico no cambia de paso y acaban por tomar la iniciativa, pero eso es lo peor que pueden hacer, si pretenden ayudar.

La parte del trabajo de la chica en la labor de dirigir se puede resumir en dos palabras: NO ADELANTARSE. Aunque en la fase de aprendizaje pueda llegar a ser muy frustrante, la mejor alternativa para llegar a bailar bien en el rol de la chica es esperar pacientemente a que lleguen las indicaciones antes de empezar cualquier movimiento e intentar no anticiparse jamás. Para la chica, el baile es el arte de saber esperar.

COLOCACION DE LA ESPALDA

En la postura alta de baile todas las indicaciones le llegarán a la chica en forma de pequeños tirones o empujones en el costado y la espalda, de modo que dependiendo de cómo la coloque, éstos serán más o menos efectivos.

Como principio básico, la chica debe apoyarse contra la mano derecha del chico, haciendo un esfuerzo constante por echar su espalda detrás. No es posible indicar si hay 'aire' entre la mano del chico y el costado y la espalda de la chica. Para evitarlo, una bailarina debe 'hacer fuerza' con su espalda, manteniendo siempre la distancia entre ella y su pareja. Si el chico tira de la chica hacia sí será con el objeto de que avance, no para que se le pegue.
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La espalda de la chica debe estar echada hacia atrás, intentando mantener siempre contacto con la mano del chico, pero sin llegar a estar 'tumbada'. De las tres imágenes de ejemplo, la única correcta es la 02. En la primera, la espalda está curvada hacia delante y rehuye el contacto. La postura de la tercera está mejor, pero es excesivamente rígida.

Una vez más, hay que insistir en que estas resistencias y tensiones son sólo conceptos teóricos aplicados al aprendizaje. Al repetir constantemente los mismos movimientos, en un momento dado el cuerpo los 'aprende' y ya no es necesario estar pensando en ello todo el tiempo. De la misma manera que conducimos un coche más o menos relajados, a pesar de estar realizando varias tareas complejas al mismo tiempo (cambiar de marchas, pisar los pedales, maniobrar con el volante...), cuando hayamos adquirido cierta experiencia, la labor de bailar no nos resultará nada complicada o agobiante y desde luego podremos llevarla a cabo de forma relativamente relajada.

UNA RESPUESTA AUTOMATICA

Que haya que responder con rapidez a las indicaciones no quiere decir que la parte de la chica dependa de tener unos reflejos asombrosos. De hecho, éstos no son necesarios en absoluto. Si la actitud física y la tensión de la espalda y brazo izquierdo de la chica son los adecuados, la respuesta a una indicación del chico debería ser automática, es decir inmediata, sin que sea necesario ningún tiempo de reacción.
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BAILE FANTASMAL. Para bailar es imprescindible el contacto físico. Si mano y espalda no están pegados todo el tiempo, el baile se convierte en algo entre imposible y absurdo: fantasmas deslizándose por la pista, manos agarrando aire...

Este curioso fenómeno se debe a que, una vez adoptada la postura adecuada, es el cuerpo el que debe responder a las indicaciones, sin reflexión ni tiempos de espera. El tronco de la chica y los brazos del chico forman un bloque indisoluble que se mueve de forma solidaria. Naturalmente, para que esto ocurra primero hay que repetir los mismos movimientos muchas veces, hasta conseguir mecanizarlos.

Una vez conseguido, la chica debería poder bailar relajadamente sin más preocupación que disfrutar de la música, ya que las demás labores, como llevar el ritmo y cambiar de paso, le corresponden al chico. De hecho, en bailes cuyo paso básico es sencillo, como el merengue o la cumbia, una chica que no haya recibido clases pero se deje llevar, puede hacer el 90% de los pasos que le indique un chico que sepa dirigir.
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EL TRUCO
¿Qué ocurre si estás de pie tranquilamente y alguien te empuja de repente? Lo normal sería que salieras trastabillado... pero no te caerías de bruces. Ahora supongamos que sabes que te van a empujar en algún momento. ¿Serviría de algo estar en tensión, esperando el empujón pero sin saber cuando llegará? Es dudoso y sería agotador. Este ejemplo ilustra cómo debe afrontar la chica el baile: atenta pero relajada. Los empujones llegarán pero no es posible saber cuándo, así que es inútil estar en tensión esperándolos. Basta con tener claro que, cuando lleguen, lo que hay que hacer es moverse, no caerse de bruces —que, bailando, equivale a tropezar con los pies de la pareja o los propios—.

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La chica no debe estar rígida o tensa, sólo dispuesta a moverse cuando perciba las indicaciones del chico.

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